lunes, 25 de julio de 2016

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA TEMA 34 EL CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA
TEMA 34 EL CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE



EL CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE


No existiendo una verdadera individualidad resulta imposible que haya continuidad de propósitos. Si no existe el individuo psicológico, si en cada uno de nosotros viven muchas personas,  si no hay sujeto responsable, sería absurdo exigirle a alguien continuidad de propósitos.
Bien sabemos que dentro de una persona viven muchas personas; entonces, el sentido pleno de la responsabilidad no existe realmente en nosotros. Lo que un Yo determinado afirma en un instante dado no puede revestir ninguna seriedad debido al hecho concreto de que cualquier otro Yo puede afirmar exactamente lo contrario en cualquier otro momento.

Lo grave de todo esto es que muchas gentes creen poseer el sentido de responsabilidad moral y se auto-engañan afirmando ser siempre las mismas.
Personas hay que en cualquier instante de su existencia vienen a los estudios Gnósticos, resplandecen  con la fuerza del anhelo,  se entusiasman con el trabajo esotérico y hasta juran consagrar    la totalidad de su existencia a estas cuestiones. Incuestionablemente todos los hermanos de nuestro movimiento llegan  hasta a admirar  a un  entusiasta así.  Uno no puede  menos  que  sentir  gran  alegría   al escuchar personas de esta clase, tan devotas y definitivamente sinceras.

Sin embargo, el idilio no dura mucho tiempo. Cualquier día debido a tal o cual motivo justo o injusto, sencillo o complicado, la persona se retira de la Gnosis. Entonces, abandona el trabajo y para enderezar el entuerto, o tratando de justificarse a sí misma, se afilia a cualquier otra organización mística y piensa que ahora va mejor.

Todo este ir y venir, todo este cambiar incesante de escuelas, sectas, religiones, se debe a la multiplicidad de “Yoes” que en nuestro interior luchan entre sí por su propia supremacía.
Como quiera que cada Yo posee su propio criterio, su propia mente, sus propias ideas, es apenas normal este cambio de pareceres, este mariposear constante de organización en organización, de ideal en ideal, etc. El sujeto, en sí, no es más que una máquina que tan pronto sirve de vehículo a un Yo como a otro.
Algunos “Yoes” místicos se auto-engañan, después de abandonar tal o cual secta resuelven creerse Dioses, brillan como luces fatuas y por último desaparecen.

Personas hay que por un momento se asoman al trabajo esotérico y luego, en el instante en  que otro Yo interviene, abandonan definitivamente estos estudios y se dejan tragar por la vida.
Obviamente, si uno no lucha contra la vida ésta se lo devora, y son raros los aspirantes que de verdad no se dejan tragar por la vida.
Existiendo dentro de nosotros toda una multiplicidad de “Yoes” el Centro de Gravedad Permanente no puede existir.

Es apenas normal que no todos los sujetos se auto-realicen íntimamente. Bien sabemos que la Auto-realización Íntima del Ser exige continuidad de propósitos, y como quiera que es muy difícil  encontrar a alguien que tenga un centro de gravedad permanente, entonces, no es extraño que sea muy rara la persona que llegue a la Auto-realización interior profunda.
Lo normal es que alguien se entusiasme por el trabajo esotérico y que luego lo abandone; lo extraño es  que alguien  no abandone el trabajo y llegue a  la    meta.

Ciertamente y en nombre de la verdad, afirmamos que el Sol está haciendo un experimento de laboratorio muy complicado y terriblemente difícil.
Dentro del animal intelectual equivocadamente llamado hombre existen gérmenes que convenientemente desarrollados pueden convertirse en hombres solares.
Sin embargo, no está de más aclarar que no es seguro que esos gérmenes se desarrollen, lo normal es que se degeneren y pierdan lamentablemente.

 En todo caso, los citados gérmenes que han de convertirnos en hombres solares necesitan   de
un ambiente adecuado, pues bien sabido es que la semilla en un medio estéril no germina, se pierde.
Para que la semilla real del hombre, depositada en nuestras glándulas sexuales, pueda germinar se necesita continuidad de propósitos y cuerpo físico normal.
Si los científicos continúan haciendo ensayos con las glándulas de secreción interna cualquier posibilidad de desarrollo de los mencionados gérmenes podría perderse.

Aunque parezca increíble, las hormigas pasaron ya por un proceso similar, en un remoto pasado arcaico de nuestro planeta Tierra.
Uno se llena de asombro al contemplar la perfección de un palacio de hormigas. No hay duda de que el orden establecido en cualquier hormiguero es formidable.
Aquellos Iniciados que han  despertado  conciencia  saben  por  experiencia  mística  directa  que  las hormigas, en tiempos que ni remotamente sospechan los historiadores más grandes  del  mundo, fueron una raza humana que creó una poderosísima civilización socialista.

Entonces eliminaron los dictadores de aquella familia las diversas sectas religiosas y el libre albedrío, pues todo ello les restaba poder y ellos necesitaban ser totalitarios en el sentido más completo de la palabra.
En estas condiciones, eliminada la iniciativa individual y el derecho religioso, el animal intelectual se precipitó por el camino de la involución y degeneración.
A todo lo antes dicho se añadieron los experimentos científicos: transplantes de órganos, glándulas, ensayos con hormonas, etc., etc., etc., cuyo resultado fue el empequeñecimiento gradual y la alteración morfológica de aquellos organismos humanos, hasta convertirse por último en las hormigas que conocemos.

Toda aquella civilización, todos esos movimientos relacionados con el orden social establecido se volvieron mecánicos y se heredaron de padres a hijos; hoy uno se llena de asombro al ver un hormiguero, más no podemos menos que lamentar su falta de inteligencia.
Si no trabajamos sobre mismos involucionamos y degeneramos espantosamente.
El experimento que el Sol está haciendo en el laboratorio de la naturaleza, ciertamente, además de ser difícil, ha dado muy pocos resultados.

Crear hombres solares sólo es posible cuando existe verdadera cooperación en cada uno de nosotros. No es posible la creación del hombre solar si no establecemos antes un centro de gravedad permanente  en  nuestro interior.
¿Cómo podríamos tener continuidad de propósitos si no establecemos en nuestra psiquis  el  centro  de gravedad?

Cualquier raza creada por el Sol, ciertamente, no tiene otro objetivo en la naturaleza que el de servir a los intereses de esta creación y    al experimento solar.
Si el Sol fracasa en su experimento pierde todo interés por una raza así, y ésta de hecho queda condenada a la destrucción y a la involución.

Cada una de las razas que han existido sobre la faz de la Tierra ha servido para el experimento solar. De cada raza ha logrado el Sol algunos triunfos, cosechando pequeños grupos de hombres solares.
Cuando una raza ha dado sus frutos desaparece en forma progresiva o perece violentamente mediante grandes catástrofes.
La creación de hombres solares es posible cuando uno lucha por independizarse de las fuerzas lunares. No hay duda de que todos estos “Yoes” que llevamos en nuestras psiquis son de tipo exclusivamente lunar.
En modo alguno sería posible liberarnos de la fuerza lunar si no estableciéramos previamente en nosotros un centro de gravedad permanente.

¿Cómo podríamos disolver la totalidad del Yo Pluralizado si no tenemos continuidad de propósitos? ¿De qué manera podríamos tener continuidad de propósitos sin haber establecido previamente en  nuestra psiquis  un centro de gravedad    permanente?
Como quiera que la raza actual, en vez de independizarse de la influencia lunar, ha perdido todo  interés  por la  inteligencia  solar,  incuestionablemente,  se  ha condenado  a sí  misma  hacia  la involución y degeneración.

No es posible que el hombre  verdadero  surja  mediante  la  mecánica  evolutiva.  Bien  sabemos que la evolución y su hermana gemela, la involución, son tan sólo dos leyes que constituyen el eje mecánico de toda la naturaleza.  Se  evoluciona  hasta  cierto  punto  perfectamente  definido  y  luego  viene el proceso involutivo; a toda subida le sucede una bajada y viceversa.
Nosotros somos exclusivamente máquinas controladas por distintos “Yoes”. Servimos a la economía de la naturaleza, no tenemos una individualidad definida como suponen equivocadamente muchos pseudo-esoteristas y pseudo-ocultistas.

Necesitamos cambiar con urgencia máxima a fin de que los gérmenes del hombre den sus frutos. Sólo trabajando sobre sí mismos con verdadera continuidad de propósitos y sentido completo de responsabilidad moral podemos convertirnos en hombres solares. Esto implica consagrar la totalidad de nuestra existencia al trabajo esotérico sobre mismos.
Aquellos que tienen esperanza en llegar al estado solar mediante la mecánica de la evolución se engañan a sí mismos y se condenan de hecho a la degeneración involutiva.

En el trabajo esotérico no podemos darnos el lujo de la versatilidad; esos  que  tienen  ideas  veletas, esos que hoy trabajan sobre su psiquis y mañana se dejan tragar por la vida, esos que buscan evasivas,  justificaciones  para abandonar el trabajo  esotérico,  degenerarán e  involucionarán.
Algunos aplazan el error, dejan todo  para  un  mañana  mientras  mejoran  su  situación  económica, sin tener en cuenta que el experimento solar es algo muy distinto a su criterio personal y          a  sus  consabidos proyectos.

No es tan fácil convertirse en hombre  solar cuando cargamos  la  Luna en  nuestro  interior.  (El Ego  es lunar).
La Tierra tiene dos lunas; la segunda de éstas es llamada Lilith y se haya un poco más distante que la Luna blanca. Los astrónomos suelen ver a Lilith como una lenteja, pues es de muy poco tamaño. Esa es la Luna negra. Las fuerzas más siniestras del Ego llegan a la Tierra desde Lilith y producen resultados psicológicos infrahumanos y bestiales. Los crímenes de la Prensa Roja, asesinatos más monstruosos de la historia, los delitos más insospechados, etc., etc., etc., se deben a las ondas vibratorias de Lilith.
La doble influencia lunar, representada en el ser humano mediante el Ego que carga  en  su  interior, hacen de nosotros un verdadero    fracaso.

Si no vemos la urgencia de entregar la totalidad de nuestra existencia al trabajo sobre sí mismos, con el propósito de liberarnos de la doble fuerza lunar, terminaremos tragados por la Luna, involucionando, degenerando cada vez más y más dentro de ciertos estados que bien podríamos calificar de inconscientes e infraconscientes.

Lo grave de todo esto es que no poseemos la verdadera individualidad, si tuviéramos un centro de gravedad permanente trabajaríamos de verdad seriamente hasta lograr el estado solar.
Hay tantas disculpas en estas cuestiones, hay tantas evasivas, existen tantas atracciones fascinantes, que de hecho suele hacerse casi imposible comprender por tal motivo la urgencia del Trabajo Esotérico.
Sin embargo, el pequeño margen que tenemos de Libre Albedrío y la Enseñanza Gnóstica  orientada hacia el trabajo práctico podrían servirnos de basamento para nuestros nobles propósitos relacionados con el experimento solar.

La mente veleta no entiende lo que aquí estamos diciendo, lee este capítulo y posteriormente lo olvida; viene después otro libro y otro, y al final concluimos afiliándonos a cualquier institución  que nos venda pasaporte para el cielo, que nos hable en forma más optimista, que nos asegure comodidades en el más allá.

Así son las gentes, meras marionetas controladas por hilos invisibles, muñecos mecánicos con ideas veletas y sin continuidad de propósitos.

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