lunes, 21 de marzo de 2016
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA - TEMA 18 - LA CHARLA INTERIOR Y LA CANCIÓN PSICOLÓGICA
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA - TEMA 18 - LA CHARLA INTERIOR Y LA CANCIÓN PSICOLÓGICA
LA CHARLA
Resulta urgente, inaplazable, impostergable, observar la charla interior y el lugar preciso de donde proviene. Incuestionablemente, la charla interior equivocada es la “Causa Causorum” de muchos estados psíquicos inarmónicos y desagradables en el presente y también en el futuro.
Obviamente, esa vana palabrería insubstancial de charla ambigua y, en general, toda plática perjudicial, dañina, absurda, manifiesta en el mundo exterior tiene su origen en la conversación interior equivocada. Se sabe que existe en la Gnosis la práctica esotérica del silencio interior; esto lo conocen nuestros discípulos de “Tercera Cámara”. No está de más decir con entera claridad que el silencio interior debe referirse específicamente a algo muy preciso y definido.
Cuando el proceso del pensar se agota intencionalmente durante la meditación interior profunda se logra el silencio interior; más no es esto lo que queremos explicar en el presente capítulo.
“Vaciar la mente” o “ponerla en blanco”, para lograr realmente el silencio interior, tampoco es lo que
intentamos explicar ahora en estos párrafos. Practicar el silencio interior a que nos estamos refiriendo
tampoco significa impedir que algo penetre en la mente. Realmente estamos hablando ahora mismo
de un tipo de silencio interior muy diferente. No se trata de algo vago y general....
Queremos practicar el silencio interior en relación con algo que ya esté en la mente: persona, suceso, asunto propio o ajeno, lo que nos contaron, lo que hizo fulano, etc., pero sin tocarlo con la lengua interior, sin discurso íntimo... Aprender a callar no solamente con la lengua exterior sino también, además, con la lengua secreta, interna, resulta extraordinario, maravilloso.
Muchos callan exteriormente más con su lengua interior desollan vivo al prójimo. La charla interior venenosa y malévola produce confusión interior.
Si se observa la charla interior equivocada se verá que está hecha de verdades a medias, o de verdades que se relacionan entre sí de un modo más o menos incorrecto, o algo que se agregó o se omitió.
Desgraciadamente nuestra vida emocional se fundamenta exclusivamente en la “auto-simpatía”. Para colmo de tanta infamia sólo simpatizamos con nosotros mismos, con nuestro tan “querido Ego”, y sentimos antipatía y hasta odio con aquellos que no simpatizan con nosotros.
Nos queremos demasiado a sí mismos, somos narcisistas en un ciento por ciento, esto es irrefutable,
irrebatible.
En tanto continuemos embotellados en la “auto-simpatía” cualquier desarrollo del Ser se hace algo más que imposible. Necesitamos aprender a ver el punto de vista ajeno. Es urgente saber ponernos en la posición de los otros. “Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. (Mateo: VII, 12).
Lo que verdaderamente cuenta en estos estudios es la manera como los hombres se comportan interna e invisiblemente los unos con los otros. Desafortunadamente, y aunque seamos muy corteses y hasta sinceros a veces, no hay duda de que invisible e internamente nos tratamos muy mal los unos a los otros. Gentes aparentemente muy bondadosas arrastran diariamente a sus semejantes hacia la cueva secreta de sí mismos para hacer con éstos todo lo que se les antoje (vejaciones, burla, escarnio, etc.).
LA CANCIÓN PSICOLÓGICA
Ha llegado el momento de reflexionar muy seriamente sobre eso que se llama “consideración interna”. No cabe la menor duda sobre el aspecto desastroso de la “auto-consideración íntima”; ésta, además de hipnotizar la conciencia, nos hace perder muchísima energía.
Si uno no cometiera el error de identificarse tanto consigo mismo la auto-consideración interior sería algo más que imposible. Cuando uno se identifica consigo mismo, se quiere demasiado, siente piedad por sí mismo, se auto-considera, piensa que siempre se ha portado muy bien con fulano, con zutano, con la mujer, con los hijos, etc., y que nadie lo ha sabido apreciar, etc. Total: es un santo y todos los demás unos malvados, unos bribones.
Una de las formas más corrientes de auto-consideración íntima es la preocupación por lo que otros puedan pensar sobre uno mismo; tal vez supongan que no somos honrados, sinceros, verídicos, valientes, etc. Lo más curioso de todo esto es que ignoramos lamentablemente la enorme pérdida de energía que esta clase de preocupaciones nos trae. Muchas actitudes hostiles hacia ciertas personas que ningún mal nos han hecho se deben precisamente a tales preocupaciones nacidas de la auto-consideración íntima.
En estas circunstancias, queriéndose tanto a sí mismo, auto-considerándose de este modo, es claro que el YO o mejor dijéramos los Yoes en vez de extinguirse se fortifican entonces espantosamente. Identificado uno consigo mismo se apiada mucho de su propia situación y hasta le da por hacer cuentas. Así es como piensa que fulano, que zutano, que el compadre, que la comadre, que el vecino, que el patrón, que el amigo, etc., etc., etc., no le han pagado como es debido a pesar de todas sus consabidas bondades, y embotellado en esto se vuelve insoportable y aburridor para todo el mundo. Con un sujeto así prácticamente no se puede hablar porque cualquier conversación es seguro que va a parar a su librito de cuentas y a sus tan cacareados sufrimientos.
Escrito está que en el Trabajo Esotérico Gnóstico sólo es posible el crecimiento anímico mediante el perdón a los otros. Si alguien vive de instante en instante, de momento en momento, sufriendo por lo que le deben, por lo que le hicieron, por las amarguras que le causaron, siempre con su misma canción, nada podrá crecer en su interior.
La Oración del Señor ha dicho: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
El sentimiento de que a uno le deben, el dolor por los males que otros le causaron, etc., detiene todo progreso interior del alma.
Jesús, el Gran Kabir, dijo: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, en tanto estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.
De cierto os digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante”. (Mateo, V, 25, 26).
Si nos deben, debemos. Si exigimos que se nos pague hasta el último denario, debemos pagar antes hasta el último cuadrante.
Esta es la “Ley del Talión”: “Ojo por ojo y diente por diente”. “Círculo vicioso”, absurdo. Las disculpas, la cumplida satisfacción y las humillaciones que a otros exigimos por los males que nos causaron, también a nosotros nos son exigidas aunque nos consideremos mansas ovejas.
Colocarse uno bajo leyes innecesarias es absurdo, mejor es ponerse a sí mismo bajo nuevas influencias. La Ley de la Misericordia es una influencia más elevada que la Ley del hombre violento:
“Ojo por ojo, diente por diente”.
Es urgente, indispensable, inaplazable, colocarnos inteligentemente bajo las influencias maravillosas del Trabajo Esotérico Gnóstico, olvidar que nos deben y eliminar en nuestra psiquis cualquier forma de auto-consideración.
Jamás debemos admitir dentro de nosotros sentimientos de venganza, resentimiento, emociones negativas, ansiedades por los males que nos causaron, violencia, envidia, incesante recordación de deudas, etc., etc., etc. La Gnosis está destinada a aquellos aspirantes sinceros que verdaderamente quieran trabajar y cambiar.
Si observamos a las gentes podemos evidenciar en forma directa que cada persona tiene su propia canción. Cada cual canta su propia canción psicológica; quiero referirme en forma enfática a la cuestión esa de las cuentas psicológicas; sentir que a uno le deben, quejarse, auto-considerarse, etc. A veces la gente “canta su canción así por que sí”, sin que se le de cuerda, sin que se le aliente, y en otras ocasiones después de unas cuantas copas de vino...
Nosotros decimos que nuestra aburridora canción debe ser eliminada; ésta nos incapacita interiormente, nos roba mucha energía. En cuestiones de Psicología Revolucionaria, alguien que canta demasiado bien -no nos estamos refiriendo a la hermosa voz, ni al canto físico-, ciertamente, no puede ir más allá de sí mismo; se queda en el pasado...
Una persona impedida por tristes canciones no puede cambiar su Nivel de Ser; no puede ir más allá de lo que es. Para pasar a un Nivel Superior del Ser es preciso dejar de ser lo que se es; necesitamos no ser lo que somos.
Si continuamos siendo lo que somos nunca podremos pasar a un Nivel Superior del Ser. En el terreno de la vida práctica suceden cosas insólitas. Muy a menudo una persona cualquiera traba amistad con otra sólo porque le es fácil cantarle su canción. Desafortunadamente, tal clase de relaciones terminan cuando al cantante se le pide que se calle, que cambie el disco, que hable de otra cosa, etc. Entonces el cantante resentido se va en busca de un nuevo amigo, de alguien que esté dispuesto a escucharle por tiempo indefinido.
Comprensión exige el cantante, alguien que le comprenda, como si fuera tan fácil comprender a otra persona.
Para comprender a otra persona es preciso comprenderse a sí mismo. Desafortunadamente el buen cantante cree que se comprende a sí mismo.
Son muchos los cantantes decepcionados que cantan la canción de no ser comprendidos y sueñan con un mundo maravilloso donde ellos son las figuras centrales.
Sin embargo, no todos los cantantes son públicos, también los hay reservados; no cantan su canción directamente, más secretamente la cantan. Son gente que ha trabajado mucho, que ha sufrido demasiado, se sienten defraudados, piensan que la vida les debe todo aquello que nunca fueron capaces de lograr. Sienten por lo común una tristeza interior, una sensación de monotonía y espantoso aburrimiento, cansancio íntimo o frustración, a cuyo alrededor se amontonan los pensamientos.
Incuestionablemente las canciones secretas nos cierran el paso en el camino de la Auto-realización íntima del Ser.
Desgraciadamente, tales canciones interiores secretas pasan desapercibidas para sí mismos a menos que intencionalmente las observemos.
Obviamente, toda observación de sí deja penetrar la luz en uno mismo, en sus profundidades íntimas. Ningún cambio interior podría ocurrir en nuestra psiquis a menos de ser llevado a la luz de la observación de sí. Es indispensable observarse a sí mismo estando solo, del mismo modo que al estar en relación con la gente.
Cuando uno está solo “Yoes” muy diferentes, pensamientos muy distintos, emociones negativas, etc., se presentan. No siempre se está bien acompañado cuando se está solo. Es apenas normal, es muy natural estar muy mal acompañado en plena soledad. Los “Yoes” más negativos y peligrosos se presentan cuando se está solo.
Si queremos transformarnos radicalmente necesitamos sacrificar nuestros propios sufrimientos.
Muchas veces expresamos nuestros sufrimientos en canciones articuladas o inarticuladas.
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