EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA TEMA 44 -
EL YO DE LA TRAICIÓN
Normalmente,
para hablar de traición, debe existir un pacto previo que se pueda traicionar.
Entonces, si hay un pacto que no se cumple hay traición. Por lo tanto, partiremos de esta base que para estudiar
la traición: tiene que violarse un pacto o un compromiso que se tenga.
Nosotros,
en el plano físico, conocemos la traición
cuando, por ejemplo, un novio le dice
a una novia que la va a amar toda la vida y a los quince días está aburrido.
Ya de hecho el novio hizo una promesa, y
la incumplió, entonces hay traición.
Indudablemente
hay traición cuando se falsifica algo o se adultera algo, para que haya
traición debe haberse roto algo: un vínculo, un lazo, una promesa, etc. Esta es
una forma de traición.
Cuando
uno llega al Conocimiento, y está dispuesto a hacer la Obra, se compromete a trabajar cueste lo que cueste; entonces, tiene que enfrentarse con los tres
enemigos del Cristo, que todos nosotros llevamos dentro,
y que forman eso que llamaremos:
el yo de la traición.
LOS
TRES TRAIDORES:
En el
Trabajo Interior profundo, dentro del terreno de la más estricta auto-observación psicológica, hemos de vivenciar
en forma directa todo el Drama Cósmico. El Cristo Intimo ha de eliminar todos
los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos. Los múltiples
agregados psíquicos en nuestras
profundidades psicológicas gritan
pidiendo crucifixión para el Señor Interior.
Incuestionablemente,
cada uno de nosotros lleva en su psiquis a los Tres Traidores. Judas, el
demonio del deseo; Pilatos, el demonio de la
mente; Caifás, el demonio de la mala
voluntad. Estos Tres Traidores crucifican al Señor de Perfecciones en el fondo mismo de nuestra alma.
Se trata de tres
tipos específicos de elementos inhumanos fundamentales en el Drama Cósmico.
Indubitablemente,
el citado drama se ha vivido siempre secretamente en las profundidades de la Conciencia Superlativa del Ser. No es
el Drama Cósmico propiedad exclusiva del Gran Kabir Jesús como suponen siempre
los ignorantes ilustrados. Los Iniciados de todas las edades, los Maestros de
todos los siglos, han tenido que vivir el Drama Cósmico dentro de sí mismos,
aquí y ahora.
Empero,
Jesús, el Gran Kabir, tuvo el valor de representar tal drama íntimo
públicamente, en la calle y a la luz
del día, para abrir el sentido de la Iniciación
a todos los seres humanos, sin diferencias de raza, sexo, casta o color. Es
maravilloso que haya alguien que en forma pública enseñare el drama íntimo
a todos los pueblos de la Tierra.
El
Cristo Íntimo, no siendo lujurioso, tiene que eliminar de sí mismo los
elementos psicológicos de la lujuria.
El
Cristo Íntimo, siendo en sí mismo paz y amor, debe eliminar de sí mismo los
elementos indeseables de la ira.
El
Cristo Íntimo, no siendo codicioso, debe eliminar de sí mismo los elementos
indeseables de la codicia.
El
Cristo Íntimo no siendo envidioso debe eliminar de sí mismo los agregados
psíquicos de la envidia.
El
Cristo Íntimo, siendo humildad perfecta, modestia infinita, sencillez absoluta,
debe eliminar de sí mismo los asqueantes elementos del orgullo, de la vanidad, del engreimiento.
El
Cristo Íntimo, la Palabra, el Logos
Creador, viviendo siempre en constante actividad, tiene que eliminar en nuestro
interior, en sí mismo y por sí mismo, los elementos indeseables de la inercia, de la pereza, del estancamiento.
El
Señor de Perfección, acostumbrado a todos los ayunos, templado, jamás amigo de
borracheras y de grandes banquetes, tiene que eliminar de sí mismo los
abominables elementos de la gula.
Extraña
simbiosis la del Cristo-Jesús; el
Cristo-Hombre; rara mezcla de lo divino
y de lo humano, de lo perfecto y de lo imperfecto; prueba siempre constante para el Logos.
Lo más interesante de
todo esto es que el Cristo Secreto es siempre un triunfador; alguien que vence
constantemente a las tinieblas; alguien que elimina a las tinieblas dentro
de sí mismo, aquí y
ahora.
El
Cristo Secreto es el señor de la Gran
Rebelión, rechazado por los sacerdotes, por los ancianos y por los escribas del templo.
Los
sacerdotes le odian, es decir, no le comprenden; quieren que el Señor de
Perfecciones viva exclusivamente en el tiempo de acuerdo con sus dogmas
inquebrantables.
Los
ancianos, es decir, los moradores de la tierra,
los buenos dueños de casa, la gente
juiciosa, la gente de experiencia,
aborrecen al Logos, al Cristo Rojo, al Cristo de la Gran rebelión, porque éste
se sale del mundo de sus hábitos y costumbres anticuadas, reaccionarias
y petrificadas en muchos ayeres.
Los escribas del templo,
los bribones del intelecto, aborrecen al Cristo Íntimo porque éste es la antítesis del Anticristo, el enemigo
declarado de todo
ese podridero de
teorías universitarias que
tanto abunda en los mercados de
cuerpos y de almas.
Los Tres Traidores odian
mortalmente al Cristo Secreto y lo conducen
a la muerte dentro de nosotros mismos
y en nuestro propio espacio psicológico.
Judas,
el demonio del deseo, cambia siempre al Señor por treinta monedas de plata; es
decir, por licores, dineros,
fama, vanidades, fornicaciones, adulterios, etc.
Pilatos,
el demonio de la mente, siempre se
lava las manos, siempre se declara inocente, nunca tiene la culpa, constantemente se justifica ante
sí mismo y ante los demás, busca evasivas,
escapatorias, para eludir
sus propias responsabilidades, etc.
Caifás, el demonio de la mala voluntad, traiciona incesantemente
al Señor dentro de nosotros mismos; el Adorable Íntimo le da el báculo para pastorear sus ovejas. Sin embargo, el cínico traidor convierte
el altar en lecho de placeres, fornica incesantemente, adultera,
vende los sacramentos, etc.
Estos
Tres Traidores hacen sufrir secretamente al adorable Señor Íntimo sin compasión
alguna. Pilatos le hace poner la corona de espinas en sus sienes, los
malvados yoes lo flagelan, le insultan, le maldicen en el espacio psicológico íntimo sin piedad de
ninguna especie.
JUDAS
Judas es el Demonio del Deseo, el Enemigo de la Naturaleza.
Representa todos nuestros propios deseos, tentaciones, y fascinación en el
mundo físico. Estudiemos este traidor.
El deseo es la fuente de la fuerza, pues es el
fuego que anima
cualquier cosa, si
nos entregamos a nuestros deseos
seremos sus esclavos; si nos negamos a cada uno de nuestros deseos liberaremos ese fuego que está oculto
en él. O nos haremos
dueños de la fuerza.
Judas
vende al Cristo por treinta monedas de plata. Esto quiere decir que nuestros
deseos venden en el mundo físico al Cristo (el Fuego). Cuando aprendemos a
negarnos a nosotros mismos, o a nuestros deseos,
comenzamos adueñarnos de la fuerza que está oculta en cada deseo.
Cuando no sabemos
negarnos a nosotros mismos vamos detrás
de cada uno
de nuestros deseos
en el diario vivir.
Aprender a combatir con
este traidor es muy importante si es
que queremos avanzar
en la Gran Obra, de lo contrario
no iniciaremos el Trabajo Esotérico.
El evangelio de
Judas dice: “Dichoso aquel que ve en mi luz la luz de mi
Maestro”.
Cuando
uno ve en el deseo al Fuego, al
Cristo, lo rescata; cuando no lo ve lo pierde de instante en instante.
El deseo es fuego, y muriendo de instante en instante lo rescatamos como Voluntad.
Se
dice que Judas, o el Deseo, es el enemigo de la Naturaleza, porque no permite
ninguna creación en sí mismo. Cuando empezamos a negarnos a nosotros mismos comenzamos a equilibrar los
centros, y el trabajo del nacimiento dará sus frutos, la Energía Creadora del Espíritu Santo cristalizará los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.
A este demonio se le vence negándose a
sí mismo.
PILATOS
Pilatos
es el
Demonio de la Mente, el enemigo de la Sabiduría.
Representa todas nuestras disculpas, justificaciones, evasivas, escapatorias,
etc., a través de las cuales continuaremos siendo los mismos.
¿Qué
es lavarse las manos? Siempre que estamos ante un problema cualquiera nos
justificamos, nos identificamos con el problema, no sabemos sacarle provecho a la situación. Siempre hallamos disculpas para no trabajar, para no eliminar
los defectos.
Estudiemos este demonio
de la mente: Siempre encuentra
salidas, evasivas y
justificaciones para seguir
siendo el mismo. A la mente
le
toca el papel de juzgar
a cada uno
de nuestros defectos, de
enjuiciarlos con la reflexión, pero
no cumple con su
trabajo, vive identificada
con todos los
procesos subjetivos.
Si queremos morir tenemos
que dejar de
justificarnos, tenemos que
juzgarnos despiadadamente, no debemos
aceptar las escapatorias, debemos
volvernos serios con el trabajo.
Debemos
quitarle el pasto al burro, no debemos alimentar los defectos del intelecto,
debemos acabar con todos los conceptos para ir
integrando nuestra mente. Recordemos que la mejor manera de pensar es no pensar. Con todo el
intelectualismo la mente se degeneró
y ya no comprende.
A este demonio se le denomina
el enemigo de la Sabiduría porque no deja morir en
sí mismo. La sabiduría llega con la muerte, sino se muere, pues, no habrá
sabiduría. Este demonio
impide la muerte psicológica,
siempre le hecha la culpa a los demás, los vive
juzgando, en lugar
de juzgar nuestras propias acciones. Encuentra miles de
justificaciones para no dejarnos hacer
las cosas de
nuestro Ser. Encuentra todas las justificaciones para que sigamos
haciendo las cosas del Ego o la personalidad.
A este demonio se le vence no
justificándonos y juzgándonos despiadadamente.
CAIFAS
Caifás es el Demonio de la Mala Voluntad, el
enemigo de la Verdad. Representa
nuestras palabras, obras y omisiones, en el terreno
de los hechos.
Promete y
no cumple lo que promete, le da lo
mismo hacer que no hacer, pudiendo hacer
no hace. Malgasta el tiempo en
cosas ociosas que no
tienen la menor importancia.
No nos quiere
dejar practicar nada. Quiere
auto-realizarse sin trabajar. Ejemplos:
●
Mala voluntad para establecer disciplinas de trabajo.
●
Mala voluntad para cumplir los horarios.
●
Mala voluntad para hacer las prácticas.
●
Mala voluntad para levantarse a hacer las prácticas.
●
Mala voluntad para investigar.
●
Mala voluntad para comprobar.
●
Mala voluntad para concentrarnos.
●
Mala voluntad para la meditación.
●
Mala voluntad para las retrospecciones.
●
Mala voluntad para desdoblarnos.
●
Mala voluntad para el saltito.
●
Mala voluntad para hacer la
práctica de los Derviches.
●
Mala voluntad para la Transmutación
de Fuerzas Cósmicas.
●
Mala voluntad para los Traslados de Fondos.
●
Mala voluntad para negociar con los Señores del Karma.
●
Mala voluntad para eliminar a los yoes.
●
Mala voluntad para auto-observarnos.
●
Mala voluntad para reflexionar.
●
Mala voluntad para comprender los defectos.
●
Mala voluntad para pedir muerte.
●
Mala voluntad para sacrificarnos por la humanidad.
●
Mala voluntad para repartir volantes.
●
Mala voluntad para foguearnos
●
Mala voluntad para nacer.
●
Buena voluntad para perder tiempo.
●
Buena voluntad para las conversaciones ociosas.
●
Buena voluntad para la distracción.
●
Buena voluntad para ver
televisión.
●
Buena voluntad para las parrandas.
●
Buena voluntad para el trabajo
subjetivo.
●
Buena voluntad para dormir y descansar.
●
Buena voluntad para fornicar.
●
Buena voluntad para darle gusto a los
deseos.
●
Buena voluntad para adulterar, etc., etc.
Veamos ahora algunas traiciones a la Obra:
●
Cuando mezclamos el Conocimiento con cosas pseudo-esotéricas.
●
Cuando nos identificamos con las cosas del mundo y nos retiramos de la obra
●
Cuando abandonamos el Trabajo Esotérico.
●
Cuando fornicamos voluntariamente.
●
Cuando teniendo la Castidad
traicionamos a la Madre tomando otra pareja.
●
Cuando no cumplimos con el Juramento.
●
Cuando escogemos el camino del Nirvana.
De los tres demonios es el peor. Es el enemigo
de la Verdad. Si la Verdad es el Ser, digamos que es el enemigo del Ser. Es el enemigo del
Cristo, lo quiere impedir a
cualquier precio.
A este demonio se le vence con
sacrificios conscientes y padecimientos voluntarios.
Busquemos a los
Tres Traidores en cada uno de nuestros actos del diario vivir. Y recordemos que
a todos los Yoes se les juzga por Traición.
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