EL DIFÍCIL
CAMINO Y EL TRABAJO CRÍSTICO
EL DIFÍCIL CAMINO
Incuestionablemente,
existe un lado oscuro de nosotros mismos que no conocemos o que no aceptamos;
debemos llevar la luz de la Conciencia a ese lado tenebroso de sí mismos.
Todo
el objeto de nuestros Estudios Gnósticos es hacer que el Conocimiento de Sí Mismos
se torne más consciente.
Cuando se tienen muchas
cosas en uno mismo que
no se conocen
ni se aceptan,
entonces, tales cosas nos
complican la vida espantosamente y
provocan en verdad
toda suerte de
situaciones que podrían ser
evitadas mediante el
Conocimiento de Sí.
Lo peor de todo esto es
que proyectamos ese lado desconocido e inconsciente de sí mismos en otras
personas y entonces lo vemos en
ellas. Por ejemplo: las vemos como
si fuesen embusteras,
infieles, mezquinas, etc. en
relación con lo que cargamos en nuestro interior.
La
Gnosis dice sobre este particular que vivimos en una parte muy pequeña de
nosotros mismos. Significa ello que nuestra Conciencia se extiende sólo a una
parte muy reducida de nosotros mismos.
La idea del Trabajo Esotérico Gnóstico es la de ampliar claramente nuestra propia Conciencia.
Indubitablemente,
en tanto no estemos bien relacionados consigo mismos tampoco estaremos bien relacionados con los demás,
y el resultado serán conflictos de toda especie.
Es
indispensable llegar a ser muchísimo más conscientes consigo mismos mediante
una directa observación de sí.
Una regla gnóstica
general en el Trabajo
Esotérico Gnóstico es
que: cuando no
nos entendemos con alguna persona
se puede tener la seguridad de que ésta es
la
cosa misma contra la cual es preciso trabajar sobre sí mismo.
Lo que se critica tanto
en los otros es
algo que descansa en el lado
oscuro de uno mismo y que no se conoce ni se quiere reconocer.
Cuando
estamos en tal condición el lado oscuro de nosotros mismos es muy grande. Pero
cuando la luz de la observación de sí ilumina ese lado
oscuro la Conciencia se acrecienta
mediante el conocimiento de sí.
Esta
es la Senda del Filo de la Navaja, más amarga que la hiel; muchos la inician, muy raros son
los que llegan a la meta.
Así
como la Luna tiene un lado oculto
que no se ve, un lado desconocido, así también sucede con la Luna Psicológica que cargamos en nuestro interior.
Obviamente tal Luna
Psicológica está formada por el Ego, el Yo, el Mí Mismo, el Sí Mismo.
En
esta Luna Psicológica cargamos elementos inhumanos que espantan, que
horrorizan, y que en modo alguno aceptaríamos
tener.
Cruel
camino es este de la Auto-Realización
Íntima del Ser, ¡cuántos precipicios!, ¡qué pasos tan difíciles!, ¡qué laberintos tan horribles!...
A
veces el camino interior después de muchas vueltas y revueltas, subidas
horripilantes y peligrosísimas bajadas, se pierde en desiertos de arena, no se
sabe por dónde sigue, y ni un rayo de luz le ilumina.
Senda
llena de peligros por dentro y por fuera; camino de misterios indecibles, donde
sólo sopla un hálito de muerte.
En este camino interior
cuando uno cree que va muy bien, en
realidad, va muy mal.
En este camino interior
cuando uno cree que va muy mal,
sucede que marcha muy bien.
En este camino secreto
existen instantes en que uno ya ni sabe
qué es lo bueno
ni qué es lo malo. Lo que normalmente se prohíbe a
veces resulta que es lo justo; así es el camino interior...
Todos los Códigos
morales en el camino interior
salen sobrando; una bella máxima
o un
hermoso precepto moral, en determinados momentos, puede
convertirse en un obstáculo muy serio para la
Auto-Realización Íntima del Ser.
Afortunadamente
el Cristo Íntimo, desde el mismo fondo de nuestro Ser, trabaja intensivamente, sufre,
llora, desintegra elementos
peligrosísimos que en nuestro interior
llevamos.
El
Cristo nace como un niño en el corazón del Hombre, pero a medida que va
eliminando los elementos indeseables que llevamos dentro va creciendo poco a poco hasta convertirse en un hombre completo.
EL TRABAJO CRÍSTICO
El
Cristo Íntimo surge interiormente en el Trabajo relacionado con la disolución del Yo Psicológico.
Obviamente, el Cristo Interior sólo adviene a nosotros en el momento cumbre de
nuestros esfuerzos intencionales y padecimientos voluntarios.
El advenimiento del
Fuego Crístico es el evento más importante de nuestra propia vida.
El Cristo
Íntimo se hace entonces cargo de todos los
procesos mentales, emocionales, motores, instintivos y sexuales. Incuestionablemente, el Cristo Íntimo es nuestro
Salvador interior profundo.
Él siendo perfecto, al
meterse en nosotros, parecería como imperfecto; siendo casto parecería como si
no lo
fuese; siendo justo
parecería como si no lo fuese.
Esto es semejante a los
distintos reflejos de luz. Si usamos anteojos
azules todo nos parecerá
azul, y si los usamos
de color rojo veremos todas
las cosas de este color.
Él,
aunque sea blanco, visto desde afuera, cada cual le verá a través del cristal psicológico con que le mira. Por eso es que las gentes,
viéndole, no le ven.
Al
hacerse cargo de todos nuestros procesos psicológicos el Señor de perfección
sufre lo indecible.
Convertido
en hombre entre los hombres, ha de pasar por muchas pruebas y soportar tentaciones indecibles.
La tentación es fuego,
el triunfo sobre la tentación es luz.
El Iniciado debe aprender
a vivir peligrosamente; así está
escrito; esto lo saben
los Alquimistas.
El
Iniciado debe recorrer con firmeza la Senda
del Filo de la Navaja; a uno y otro
lado del difícil camino existen abismos
espantosos.
En la difícil senda de la disolución del Ego existen complejos
caminos que tienen su raíz precisamente en el Camino Real.
Obviamente,
de la Senda del Filo de la Navaja se desprenden múltiples sendas
que no conducen a ninguna parte; algunas de ellas nos llevan al abismo y a la desesperación.
Existen sendas que
podrían convertirnos en majestades de
tales o cuales
zonas del universo pero que de ningún
modo nos traerían
de regreso al seno del Eterno Padre Cósmico Común.
Existen
sendas fascinantes, de santísima apariencia, inefables; desafortunadamente sólo
pueden conducirnos a la involución
sumergida de los mundos infiernos.
En el Trabajo
de la disolución del Yo necesitamos entregarnos por completo
al Cristo Interior.
A
veces aparecen problemas de difícil solución; de pronto el camino se pierde en
laberintos inexplicables y no se sabe por dónde continúa; sólo
la obediencia absoluta
al Cristo Interior
y al Padre que está en secreto pueden en tales casos orientarnos sabiamente.
La Senda del Filo de la Navaja está llena de peligros por
dentro y por fuera.
La
moral convencional de nada sirve; la moral
es esclava de las costumbres, de la época,
del lugar. Lo que fue moral en épocas pasadas ahora resulta inmoral; lo que fue moral en la edad media por estos tiempos modernos
puede resultar inmoral. Lo que en un país es moral en otro país es inmoral, etc.
En el
Trabajo de la disolución del Ego
sucede que, a veces, cuando pensamos que vamos muy bien resulta que vamos muy mal.
Los
cambios son indispensables durante el avance esotérico.
Más las gentes reaccionarias permanecen embotelladas en el pasado, se petrifican en el
tiempo, y truenan y relampaguean contra nosotros a medida que realizamos avances
psicológicos de fondo
y cambios radicales.
La gente
no resiste los cambios del Iniciado; quieren
que éste continúe
petrificado en múltiples ayeres. Cualquier cambio que el Iniciado
realizare es clasificado de inmediato como inmoral.
Mirando
las cosas desde este ángulo, a la luz
del Trabajo Crístico, podemos evidenciar claramente la ineficacia de los diversos
códigos de moral que en el mundo se han escrito.
Incuestionablemente,
el Cristo manifiesto y sin embargo oculto en el corazón del Hombre real, al
hacerse cargo de nuestros diversos estados psicológicos, siendo desconocido
para las gentes, es de hecho calificado como cruel, inmoral
y perverso.
Resulta
paradójico que las gentes adoren al Cristo y sin embargo le acomoden tan horripilantes calificativos. Obviamente,
las gentes inconscientes y dormidas sólo quieren un Cristo histórico,
antropomórfico, de estatuas y dogmas inquebrantables, al cual puedan acomodar fácilmente todos sus códigos
de moral torpe y rancia
y todos sus prejuicios y condiciones.
Las
gentes no pueden concebir jamás al Cristo Íntimo en el corazón del Hombre, las
multitudes sólo adoran al Cristo estatua y eso es todo.
Cuando
uno habla a las multitudes, cuando uno les declara el crudo realismo del Cristo
Revolucionario, del Cristo Rojo, del Cristo Rebelde, de inmediato recibe
calificativos como los siguientes: blasfemo, hereje,
malvado, profanador, sacrílego, etc.
Así
son las multitudes, siempre inconscientes, siempre dormidas. Ahora
comprenderemos por qué el Cristo crucificado en el Gólgota exclama con todas
las fuerzas de su alma: “¡Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen!”.
El
Cristo en sí mismo siendo uno aparece como muchos; por eso se ha dicho que es
Unidad Múltiple Perfecta. Al que sabe, la Palabra
da poder; nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino solamente aquél que lo tiene encarnado.
Encarnarlo es lo
fundamental en el Trabajo avanzado del Yo pluralizado.
El Señor de Perfección
trabaja en nosotros a medida que nos esforzamos conscientemente en el Trabajo
sobre sí mismos.
Resulta espantosamente
doloroso el Trabajo que el Cristo Íntimo tiene que realizar dentro de nuestra
propia psiquis. En verdad que nuestro Maestro Interior debe vivir todo
su vía crucis
en el
fondo mismo de
nuestra propia alma.
Escrito
está: “A Dios rogando y con el mazo dando”. También está escrito: “Ayúdate que
yo te ayudaré”.
Suplicar
a la Divina Madre Kundalini es
fundamental cuando se trata de disolver agregados psíquicos indeseables;
empero, el Cristo Íntimo, en los trasfondos más profundos del sí mismo, opera
sabiamente de acuerdo con las propias responsabilidades que Él echa sobre sus hombros.
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